Belle Époque

A partir de cierta edad, digamos que los cincuenta para situar un punto de inflexión pero evidentemente puede ser antes o después, se toma mayor consciencia del paso del tiempo. Se percibe con más claridad que la vida tiene fecha de caducidad, aunque no esté etiquetada en el envase.

En nuestra sociedad del siglo XXI tenemos el privilegio de que, muy probablemente, al llegar a esa edad todavía tengamos por delante una gran parte de nuestro recorrido vital.

En este tramo podemos encontrar la oportunidad de llenar la vida de contenidos aparcados durante años, de realizar ilusiones, emprender nuevos proyectos o reorientar actitudes y patrones de conducta que entorpecen nuestra evolución.

Un amplio horizonte hacia el que podemos avanzar si tenemos las pilas bien cargadas, si no nos olvidamos de alimentar nuestras fuentes de energía interna. El truco consiste en tener la vitalidad, el equilibrio y la creatividad necesarias para mejorar capacidades y aprender nuevas habilidades.

Sirve de poco aplicar maquillajes para aparentar menos edad. De lo que se trata es de poner el foco en un verdadero proceso de rejuvenecimiento celular del cuerpo y del cerebro.

En todas las épocas y culturas han existido personas muy longevas que se han mantenido vitales y creativas, pero ha sido en oriente donde más atención se ha prestado tradicionalmente a las prácticas que persiguen proactivamente estos resultados.

Actualmente contamos además con el conocimiento científico aportado por los más recientes avances de la neurociencia, la medicina, la biología molecular, la psicología y la física.

Estos conocimientos han ratificado en gran medida la eficacia de potentes prácticas psicofísicas que se han expandido por todo el mundo, como taichi, yoga, chikung, visualización o meditación, cuyos beneficiosos resultados han sido ampliamente constatados a lo largo del tiempo.

La extraordinaria confluencia de tradición y ciencia, que aúna el fruto de la fina intuición y aguda capacidad de observación de personas sabias del pasado con las innegables ventajas aportadas por el método científico y la tecnología actual, abre un rico abanico de posibilidades de enriquecer el futuro que tenemos por delante.

La única condición es ponerse manos a la obra en el presente y aprovechar bien esta belle époque.


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