Hay expresiones que surgen de nuestra boca de forma casi automática: no me gusta, me da miedo, no lo quiero, es difícil, si pero… Lo hacemos a menudo, sin darnos cuenta, sin prestar atención, sin concederle importancia porque nos parece algo inocuo, intrascendente.
Recordemos el viejo adagio:
Vigila tus pensamientos, se convierten en palabras
Vigila tus palabras, se convierten en acciones
Vigila tus acciones, se convierten en hábitos
Vigila tus hábitos, se convierten en tu destino
Quizá nuestros pensamientos puedan pasar inadvertidos, pero al convertirse en palabras tenemos la oportunidad de observarlas y descubrir el sustrato mental que las origina.
Las palabras que pronunciamos espontáneamente reflejan lo que pensamos y sentimos. Al mismo tiempo, estas mismas palabras, transmiten mensajes insistentes e inconscientes que retroalimentan nuestro cerebro.
Prestar atención a esas palabras que salen de nuestra boca casi sin darnos cuenta, nos dará pistas claras sobre la evaluación emocional que hacemos de lo que nos acontece y de los sesgos inconscientes que las provocan.
Observa si usas con frecuencia coletillas como: esto es demasiado difícil, no me gusta nada, no me apetece en absoluto, hace mucho frío, o mucho calor, o está bien pero…
Estamos creando condicionantes mentales negativos que van a crear resistencias y restringir nuestras posibilidades a la hora de elegir y actuar.
Observar las propias palabras para ir evitando estas coletillas, es una buena manera de empezar a crear un poderoso hábito meditativo que transforma la mente.
¿Por qué no pruebas a observarlas durante un solo día?
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