¿Qué pasa ahora en tu cerebro?

¿Sabes qué está pasando ahora mismo en tu cerebro?

Para, cierra los ojos y escucha.
Ese barullo que percibes es la actividad basal de tu cerebro.

De los casi 100.000 millones de neuronas que tiene el cerebro, una gran parte se pasan el día charlando y cuchicheando entre ellas, dale que te pego. Constituyen la Red Neuronal por Defecto (RND).

Las interacciones entre las neuronas que configuran esta red es lo que se conoce como actividad basal del cerebro y, durante mucho tiempo, se consideró que solo era una especie de ruido de fondo, quizá relacionado con funciones fisiológicas automáticas, como la cardíaca o la respiratoria. Sin embargo, posteriores estudios mostraron que esta actividad cerebral no es trivial ni aleatoria, sino que está bien estructurada y organizada.

Pensar en las musarañas es ese estado en el que estamos absortos, con la mente divagando distraída saltando de un pensamiento a otro. ¿Te suena?

Pues ojo, que este es un dato científico: nos pasamos el 50% de nuestro tiempo con las musarañas.

Cuando estamos dispersos y distraídos, sin pensar en nada concreto, es porque la RND está muy activa. Las musarañas se nos cuelan continuamente cuando tenemos puesto el piloto automático, por ejemplo al conducir, pasear o fregar platos. Persisten incluso cuando tratamos de estar atentos a lo que estamos haciendo.

Es increíble la cantidad de tiempo que nuestro cerebro está distraído a lo largo del día, sin que seamos conscientes de ello, salvo que tengamos arraigada la práctica de autoobservarnos.

No ser conscientes de esta tendencia del cerebro es un impedimento para focalizar la atención y mantenernos relajados.

Estamos inmersos en una actividad permanente. Constantemente rumiando, divagando, elaborando micropensamientos e imágenes que nos llevan continuamente del pasado al futuro y viceversa. Rara vez la mente se sitúa en el presente.

Cuando de repente se nos va el santo al cielo y perdemos el hilo de lo que estamos haciendo, significa que la red por defecto se ha adueñado otra vez de nuestro cerebro.

Observa qué pasa cuando estás leyendo o escuchando música y de repente te das cuenta de que no te estás enterando de nada. Ya sabes donde estabas, ¿no?

La mayor parte de los pensamientos que se generan espontáneamente en la red por defecto son monólogos donde nos hablamos a nosotros mismos. Se produce un estado de ensoñación, con imágenes y pensamientos imprecisos centrados en nosotros mismos, muchos de ellos relacionados con sensaciones de alarma, ansiedad o temor de sentirse atacado.
Pasamos mucho tiempo en ese estado sin darnos cuenta, sin ser conscientes de que estamos ahí. La RND tiene mucho que ver con el estrés crónico. Los problemas surgen cuando habitualmente está muy activa.

La energía consumida por la actividad neuronal generada durante la realización de una tarea cognitiva es menos del 5% de toda la energía empleada por el cerebro. Resulta paradójico saber que cuando nos concentramos en una tarea, como resolver un problema matemático o conversar, no damos mucho trabajo al cerebro y que, sin embargo, cuando divaga consume mucha más energía.

Que el cerebro esté distraído, sin centrarse en nada en concreto, puede hacernos suponer que está tranquilo y relajado, pero lo que en realidad sucede es que, cuando la RND es muy activa, disminuye la capacidad de, por ejemplo, poder escuchar activamente a otra persona o atender a las sensaciones de nuestro cuerpo, mientras que una RND más calmada implica un cerebro más flexible, con mayor capacidad de prestar atención y de actuar de forma compleja.

Todo apunta a que cuanto más deambula el cerebro, menos eficiente y feliz es la persona.


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