Alcanzar una meta valiosa requiere siempre un gran esfuerzo, una inquebrantable voluntad.
Este es un principio indiscutido. Achacamos nuestras carencias y debilidades a la falta de esfuerzo para vencerlas.
Es cierto que la pereza, la desidia y la negligencia, con sus cantos de sirena, son el mayor obstáculo para conseguir nuestros objetivos.
Es lógico pensar que el antídoto más eficaz para este veneno consiste en una mezcla de voluntad férrea, esfuerzo permanente y determinación sin fisuras. Sangre, sudor y lágrimas.
Cuando partimos de este paradigma, el concepto taoísta Wu Wei nos deja perplejos.
Ya sabemos que si algo caracteriza a la filosofía taoísta son sus aparentes contradicciones conceptuales, pero Wu Wei tiene mucha tela.
Wu wei se traduce habitualmente como “no acción”.
“Actúa sin acción y no hay nada que no se regule”
“Quien practica el no hacer, todo lo gobierna”(Son dos interpretaciones del mismo párrafo del Tao Te King)
Hablar de conseguir algo sin esfuerzo, o peor aún, sin hacer nada, es aparentemente una gran contradicción. Nos hace sentir que debemos abandonarnos en manos de la suerte.
Pocas personas pueden aceptar, siquiera conceptualmente, esta posibilidad. Y menos aún estar interesadas en aplicar este principio a su vida.
Visto así, está claro que no es lo que quisiera inculcar a mis hijos.
Sin embargo, bien entendido, Wu Wei es un enfoque muy interesante.
No está relacionado con “no hacer” sino más bien con “no forzar”.
A medida que se comprende y se interioriza resulta muy útil para evitar las rigideces, bloqueos y pérdida de energía que conlleva la aplicación del esfuerzo puro y duro a través de la voluntad.
Para muchas personas puede ser útil empezar por un simple cambio semántico: utilizar “dedicación” en vez de “esfuerzo”.
La RAE define el vocablo “dedicación” como atención y esfuerzo que una persona dedica a una actividad.
Es en definitiva un sinónimo de esfuerzo, pero ayuda a suavizar las connotaciones relacionadas con dureza, exigencia y sufrimiento que la mente asocia a la palabra esfuerzo.
Estas connotaciones provocan que el cerebro tenga que elegir entre darnos un chute de adrenalina y cortisol, o allanar el camino a las distracciones y la procrastinación. Ninguna de estas opciones parecen muy deseables a largo plazo.
Elegir la palabra dedicación es toda una declaración de intenciones que el cerebro acaba entendiendo. Esfuerzo, sí, incluso intenso, pero siempre sosegado, continuado y atento.
También es importante saber por qué y cómo alcanzar nuestras metas.
No estés tratando de conseguir algo para satisfacer tu ego, sino para estar alineado con tu propósito vital, en el marco de tu proceso evolutivo.
Ya hemos hablado antes del ego. Si se convierte en el dueño siempre te mantendrá tenso e insatisfecho. Es así como consolida su poder sobre ti, sin que te des cuenta.
La maestría sin esfuerzo requiere dedicación, confianza y mente en calma.
Por tanto, todo aquello que potencia mi capacidad de estar relajado y atento favorece la consecución de mis objetivos. Lo que me estresa, me tensa o me distrae, me aleja de ellos.
Como resumen diría que Wu Wei consiste primero en no entorpecer, no hacer nada excesivo, innecesario o que acabe siendo perjudicial. En segundo lugar, saber aplicar la mínima acción para obtener el mejor resultado.
Todo un arte. Y como en todo arte hay que empezar por dominar la técnica para después poder trascenderla.
La ventaja de Wu Wei es que a medida que aprendemos la técnica del esfuerzo también aprendemos a trascenderla.
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